No era la primera vez que escribí sobre la rabia dentro de mí.
El 10 diciembre 2005 escribí en un post "La rabia" sobre el proceso de escribir una introducción para
un libro sobre África. Como siempre cuando escribo éstas introducciones, dije, los últimos días me encierro más y más en el mundo que estoy creando mientras escribo y pienso. "Es normal," dije. "Y siempre empiezo con una reflexión que después borro completamente, que es menos normal."
Después conté que una vez empecé la introducción de un libro diciendo: 'I am angry.'
"Supe que esto era anormal para un libro económico y tal vez esto era mayor razón para seguir escribiendo páginas enteras sobre mi enojo. Guardo éstas páginas en algún rinconcito de mi oficina. (Todavía tenía la oficina en La Haya... Las he botado?) No sé donde."
"Seguramente he hecho todo un análisis del ser tan enojado. Ahora no recuerdo mis reflexiones sobre ello y no quiero hacer un intento de revivirlo. Sin embargo (nonostante) valdría la pena hacerlo, en otro momento, para quitarme esa rabia."
"Ha llegado el momento para incluir una foto... una foto donde reina la calma."
El 20 de junio 2006 escribí en un post "Un tema profundo (2)":
"Olvidé decirles que muchos de los economistas con quienes trabajo no son solamente gente capaz e inteligente sino también simpática. Y olvidé decirles que no solamente me preocupa y duele que ellos y ellas no sean capaces de solucionar los problemas de nuestra economía internacional y globalizada, sino también que eso me da rabia.
Esa rabia es una rabia intelectual y emocional. No puedo aceptar que tanta inteligencia, tanta información, tanto conocimiento, tantas ideas que tenemos (sí, tenemos) de como resolver los problemas principales de nuestro mundo - problemas de pobreza, de enfermedades, de medio ambiente - no esté usado lo suficiente o, incluso peor, esté usado para defender los intereses de los ricos (y agrego: los ricos que somos). Al contrario. Muchas veces tengo la impresión de que toda esa gente capaz está, más que todo, preocupada de no discrepar demasiado del pensamiento de sus jefes y de sus colegas (y agrego: del pensamiento común y corriente). Lo que cuenta para el economista al final parece ser que consideren sus ideas como "prácticas" o "viables", para usar un término supuestamente neutral.
Ahí está otra razón para mi pena, mi preocupación, mi rabia: en el mundo del pensamiento económico se pretende presentar ideas y análisis "neutrales", pero en realidad son ideas ideológicas.
A los economistas les cuesta en general aceptar que ellos (y ellas) presentan ideas ideológicas, tanto quieran ser considerados como científicos, igual como los físicos o los matemáticos. Pretenden que la ciencia económica está encima de las ideas ideológicas, encima de las ideas políticas.
Pero no es así. La economía, el pensamiento económico, es por definición, por el "objeto" de su estudio, una ciencia social, sea lo que sea la cantidad de estadísticas, cuadros, gráficos o cifras que utiliza el economista (o el político que usa el análisis económico) en la presentación de sus ideas. Sí señor, sí señora economista, sus análisis son nada más que ideas sobre nuestra sociedad, o mejor dicho, un solo aspecto de nuestra sociedad. Algunas de sus ideas son buenas, malas otras. Y cierto, son presentadas con rigor científico, a lo mejor."
En estos dos posts de hace más de dos años hablé de la rabia producida en mi trabajo. No hablo de la rabia producida en mi vida, en mi historia personal (en parte van juntas, esas vidas, por supuesto van juntas!).