Cuando Claudio cuenta a sus amigos sobre la casa de su abuelo, él siempre habla de ese bosque. Quien tiene un jardín con un bosque! Un bosque con senderos ondulantes.
En la zona oscura, donde los pinos están el uno cerca del otro, se encuentra, media escondida, una casita de madera, pintada de color marrón con carbolíneo que sigue oliendo. A través de la única ventana, por encima de la mesa de trabajo, entra luz escasa. Si abres la puerta ves a un lado palas y azadas en el suelo y al otro lado, una barra de césped con una abanica de dientes finos de hierro. A Claudio le gusta tocar con el dedo índice los dientes, suenan como música.
Pero sus ojos están siempre atraídos como un imán a la sierra que está colgada al lado de la ventana. La hoja estrecha de la sierra está fijada de ambos lados en un marco de madera. En la parte superior del marco hay un alambre con un palito de madera. Puedes tender la sierra dando vueltas al palito. El jardinero se le ha mostrado.
En el cobertizo hay dos hachas, un grande y un pequeño. Una mañana el jardinero le enseña a Claudio como cortar leña, con el hacha pequeña.
‘No debes hacerlo recto, sino ligeramente torcida ... Sí, ahora lo haces bien ‘
Los ojos de Claudio brillan. Cuando vuelva a casa, él mostrará a su padre lo bien que puede cortar leña!
La mañana siguiente el jardinero le dice: ‘Chico, siéntate en la carretilla.’
Es una carretilla con un neumático. Conducido por las pistas forestales irregulares Claudio no siente las raíces de los árboles y los baches. Al final del sendero el jardinero lo deja planear (bajar) en una cama blanda de agujas de pino.
Además del bosque oscuro de pinos, hay un bosque de robles, donde la luz del sol juega entre los árboles y las hojas caídas al suelo irradian embriagantes aromas después de que ha llovido. En los senderos del bosque de robles Claudio juega a las canicas con las bellotas. Cuando se alarga entre los árboles sobre las hojas flexibles de color marrón y ve a su lado las ramas muertas de roble cubiertas con liquen, es como mira en un diorama. Él busca una rama con una tapa vacía de bellota y la sujeta entre los labios. Ahora fuma la pipa. Su abuelo también fuma la pipa.
Depende de su estado de ánimo en cual de los bosques Claudio va a jugar: en el bosque de pinos, o en el bosque de robles. Si no se siente bien, prefiere el bosque de robles, porque este lo hace más alegre.
En la mañana del quinto día, la tía Etta le propone a dar un paseo por el bosque. Ella le pregunta qué camino tomarán, el camino por el bosque de pinos o el camino por el bosque de robles.
Él duda un momento y luego elige el camino por el bosque de robles.
Más tarde, él sabe exactamente en qué punto de la ruta su tía Etta lo paró.
Ella lo mira, vacila y dice: ‘Claudio, tengo que decirte algo malo... Tu padre ha muerto.’
De todas las palabras que ella después dice él no oye ninguna. Aún anda con ella un par de metros mientras que los árboles le gritan: ‘Tu padre está muerto, tu padre está muerto!’
No puede creerlo, no quiere creerlo.
De repente se da la vuelta y corre hacia la casa blanca.
Tía Etta le encuentra de nuevo en el dormitorio de invitados, en su cama, acostado boca abajo. No puede consolarlo.
Su abuelo no sube las escaleras.