La casa blanca (1)
Cuando Claudio cuenta a sus amigos sobre la casa de su abuelo, él siempre habla de ese bosque. Quien tiene un jardín con un bosque! Un bosque con senderos ondulantes.
En la zona oscura, donde los pinos están el uno cerca del otro, se encuentra, media escondida, una casita de madera, pintada de color marrón con carbolíneo que sigue oliendo. A través de la única ventana, por encima de la mesa de trabajo, entra luz escasa. Si abres la puerta ves a un lado palas y azadas en el suelo y al otro lado, una barra de césped con una abanica de dientes finos de hierro. A Claudio le gusta tocar con el dedo índice los dientes, suenan como música.
Pero sus ojos están siempre atraídos como un imán a la sierra que está colgada al lado de la ventana. La hoja estrecha de la sierra está fijada de ambos lados en un marco de madera. En la parte superior del marco hay un alambre con un palito de madera. Puedes tender la sierra dando vueltas al palito. El jardinero se le ha mostrado.
En el cobertizo hay dos hachas, un grande y un pequeño. Una mañana el jardinero le enseña a Claudio como cortar leña, con el hacha pequeña.
‘No debes hacerlo recto, sino ligeramente torcida ... Sí, ahora lo haces bien ‘
Los ojos de Claudio brillan. Cuando vuelva a casa, él mostrará a su padre lo bien que puede cortar leña!
La mañana siguiente el jardinero le dice: ‘Chico, siéntate en la carretilla.’
Es una carretilla con un neumático. Conducido por las pistas forestales irregulares Claudio no siente las raíces de los árboles y los baches. Al final del sendero el jardinero lo deja planear (bajar) en una cama blanda de agujas de pino.
Además del bosque oscuro de pinos, hay un bosque de robles, donde la luz del sol juega entre los árboles y las hojas caídas al suelo irradian embriagantes aromas después de que ha llovido. En los senderos del bosque de robles Claudio juega a las canicas con las bellotas. Cuando se alarga entre los árboles sobre las hojas flexibles de color marrón y ve a su lado las ramas muertas de roble cubiertas con liquen, es como mira en un diorama. Él busca una rama con una tapa vacía de bellota y la sujeta entre los labios. Ahora fuma la pipa. Su abuelo también fuma la pipa.
Depende de su estado de ánimo en cual de los bosques Claudio va a jugar: en el bosque de pinos, o en el bosque de robles. Si no se siente bien, prefiere el bosque de robles, porque este lo hace más alegre.
En la mañana del quinto día, la tía Etta le propone a dar un paseo por el bosque. Ella le pregunta qué camino tomarán, el camino por el bosque de pinos o el camino por el bosque de robles.
Él duda un momento y luego elige el camino por el bosque de robles.
Más tarde, él sabe exactamente en qué punto de la ruta su tía Etta lo paró.
Ella lo mira, vacila y dice: ‘Claudio, tengo que decirte algo malo... Tu padre ha muerto.’
De todas las palabras que ella después dice él no oye ninguna. Aún anda con ella un par de metros mientras que los árboles le gritan: ‘Tu padre está muerto, tu padre está muerto!’
No puede creerlo, no quiere creerlo.
De repente se da la vuelta y corre hacia la casa blanca.
Tía Etta le encuentra de nuevo en el dormitorio de invitados, en su cama, acostado boca abajo. No puede consolarlo.
Su abuelo no sube las escaleras.
En la zona oscura, donde los pinos están el uno cerca del otro, se encuentra, media escondida, una casita de madera, pintada de color marrón con carbolíneo que sigue oliendo. A través de la única ventana, por encima de la mesa de trabajo, entra luz escasa. Si abres la puerta ves a un lado palas y azadas en el suelo y al otro lado, una barra de césped con una abanica de dientes finos de hierro. A Claudio le gusta tocar con el dedo índice los dientes, suenan como música.
Pero sus ojos están siempre atraídos como un imán a la sierra que está colgada al lado de la ventana. La hoja estrecha de la sierra está fijada de ambos lados en un marco de madera. En la parte superior del marco hay un alambre con un palito de madera. Puedes tender la sierra dando vueltas al palito. El jardinero se le ha mostrado.
En el cobertizo hay dos hachas, un grande y un pequeño. Una mañana el jardinero le enseña a Claudio como cortar leña, con el hacha pequeña.
‘No debes hacerlo recto, sino ligeramente torcida ... Sí, ahora lo haces bien ‘
Los ojos de Claudio brillan. Cuando vuelva a casa, él mostrará a su padre lo bien que puede cortar leña!
La mañana siguiente el jardinero le dice: ‘Chico, siéntate en la carretilla.’
Es una carretilla con un neumático. Conducido por las pistas forestales irregulares Claudio no siente las raíces de los árboles y los baches. Al final del sendero el jardinero lo deja planear (bajar) en una cama blanda de agujas de pino.
Además del bosque oscuro de pinos, hay un bosque de robles, donde la luz del sol juega entre los árboles y las hojas caídas al suelo irradian embriagantes aromas después de que ha llovido. En los senderos del bosque de robles Claudio juega a las canicas con las bellotas. Cuando se alarga entre los árboles sobre las hojas flexibles de color marrón y ve a su lado las ramas muertas de roble cubiertas con liquen, es como mira en un diorama. Él busca una rama con una tapa vacía de bellota y la sujeta entre los labios. Ahora fuma la pipa. Su abuelo también fuma la pipa.
Depende de su estado de ánimo en cual de los bosques Claudio va a jugar: en el bosque de pinos, o en el bosque de robles. Si no se siente bien, prefiere el bosque de robles, porque este lo hace más alegre.
En la mañana del quinto día, la tía Etta le propone a dar un paseo por el bosque. Ella le pregunta qué camino tomarán, el camino por el bosque de pinos o el camino por el bosque de robles.
Él duda un momento y luego elige el camino por el bosque de robles.
Más tarde, él sabe exactamente en qué punto de la ruta su tía Etta lo paró.
Ella lo mira, vacila y dice: ‘Claudio, tengo que decirte algo malo... Tu padre ha muerto.’
De todas las palabras que ella después dice él no oye ninguna. Aún anda con ella un par de metros mientras que los árboles le gritan: ‘Tu padre está muerto, tu padre está muerto!’
No puede creerlo, no quiere creerlo.
De repente se da la vuelta y corre hacia la casa blanca.
Tía Etta le encuentra de nuevo en el dormitorio de invitados, en su cama, acostado boca abajo. No puede consolarlo.
Su abuelo no sube las escaleras.
2 Comments:
Cuando Claudio cuente a sus amigos cómo era la casa de su abuelo siempre hablará de aquel bosque. ¿Quién tiene un jardín con un bosque? ¿Quién un bosque con senderos sinuosos? En la zona más profunda, allí donde el pinar es más tupido, se encuentra, medio escondida, una casita de madera pintada de color marrón* . A través de la única ventana apenas logra penetrar la luz. Si abres la puerta verás a un lado palas y azadas en el suelo, y al otro** un rastrillo de dientes de hierro fino. A Claudio le gusta tocar los dientes con el dedo índice porque suenan como un instrumento musical. Pero su mirada siempre es atraída como un imán por la sierra que cuelga junto a la ventana. La herramienta está fijada a un marco de madera, en cuya parte superior hay un alambre con un palito de madera***. Puedes descolgar la sierra dando varias vueltas al palito, como el jardinero le enseñó.
En el cobertizo hay dos hachas, una grande y otra pequeña. Cierta mañana el jardinero le enseña a Claudio a cortar leña con el hacha pequeña. "No debes golpear recto sino ligeramente al biés… Sí, ahora lo haces bien". Los ojos de Claudio brillan de entusiasmo. Cuando vuelva a casa mostrará a su padre lo bien que sabe hacer leña.
A la mañana siguiente el jardinero le dice: "Chico, siéntate en la carretilla". Ésta tiene un único neumático, suficiente para que durante su excursión por las irregulares pistas forestales Claudio no sienta las raíces de los árboles y los baches. Al final del sendero el jardinero lo deja caer sobre una blanda cama de agujas de pino.
Además del bosque oscuro de pinos hay otro bosque de robles. Allí la luz del sol se cuela a través de la vegetación y las hojas caídas en el suelo irradian embriagantes aromas a lluvia. En los senderos del bosque Claudio juega a las canicas con bellotas. Cuando se tumba en el suelo entre los árboles sobre el lecho vegetal mira las ramas muertas cubiertas de liquen y piensa que es como mirar un diorama. A veces busca un palito, coloca en su extremo una tapa vacía de bellota y la sujeta en la boca como si fumase en pipa. Su abuelo también fuma en pipa.
Claudio elige el bosque donde va a jugar en función de su estado de ánimo. Si no se siente bien siempre escoge el bosque de robles porque le hace sentir muy alegre.
La mañana del quinto día tía Etta le propone dar un paseo por el bosque. Le pregunta qué camino quiere tomar, el del bosque de pinos o el del bosque de robles. Él duda un momento y decide caminar por el bosque de robles. Más tarde siempre recordaría el punto exacto en que su tía se detuvo, lo miró durante unos segundos, vaciló y le comunicó que su padre había muerto. De todo lo que ella dijo después él no escuchó nada, o al menos nunca pudo recordarlo. Tras la terrible noticia Claudio todavía camina junto a su tía unos pocos metros. Los árboles le gritan: "¡Tu padre está muerto! ¡Tu padre está muerto!". Pero é no puede creerlo. No quiere creerlo. De pronto se da la vuelta y corre con todas sus fuerzas hacia la casa blanca dejando a su tía atrás.
Más tarde tía Etta encuentra a Claudio en el dormitorio de invitados. El niño está tumbado boca abajo sobre la cama, llorando inconsolablemente. Su abuelo no sube la escalera.
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* ¿Qué es el carbolíneo que sigue oliendo?
** ¿Una barra de césped con una abanica es un rastrillo? Sólo se me ocurre eso.
*** ?
Un abrazo, y disculpa la tardanza.
Gracias, Jesús! Voy a contestar a tus tres preguntas por correo electrónico, porque quiero mostrarte una imagen de la sierra colgada junto a la ventana.
Un abrazo
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