
No es difícil nombrar las cosas bellas de la vida. Tampoco es difícil nombrar las cosas feas. Pero sí es difícil “armonizar” ambas cosas, porque las cosas feas disturban la vida y crean sentimiento de impotencia, rebeldía, rencor, apaciguamiento, o lo que sea.
Ayer escribí que el régimen de Pinochet fue sostenido por el neoliberalismo y hoy leí
un artículo de Juan Torres López quien dice lo mismo. No conocí a
Juan Torres López pero me enteré que él y un grupo de gente en España han tomado
la iniciativa de construir ‘consensos para definir valores y políticas que permitan defender el bienestar colectivo, la justicia social, el desarrollo sostenible y las libertades democráticas.’ (Es una 'llamada', abajo hablo de otra llamada.)
También leí
un otro artículo de Juan Torres López (y Alberto Garzón Espinosa), “Para salir de la crisis hay que acabar antes con el crimen financiero”, en que los autores dicen que:
‘Los bancos han acumulado cientos de miles de millones de pérdidas por su conducta irresponsable y después de enriquecer sin límite a sus propietarios y directivos. Han recibido billones de euros para tapar sus agujeros patrimoniales y ayudas legales y financieras para ocultar sus quiebras, todo lo cual lo pagan los pueblos. Eso es un robo muy bien orquestado.
Los súper ricos que ven aumentar constantemente sus ingresos y riquezas apenas pagan impuestos y sólo los trabajadores y los pequeños y medianos empresarios han de proporcionar los ingresos de los Estados. Eso es un robo perfectamente premeditado.
Los bancos y los súper ricos operan en paraísos fiscales escondiendo sus beneficios y ocultando sus operaciones sucias de todo tipo. Eso es un robo institucionalizado.
Los ricos obligan a que los recortes de gastos que llevan a cabo los gobiernos se centren en derechos sociales y no en los que les benefician a ellos, como las ayudas a la gran empresa, los gastos militares o las subvenciones para competir con facilidad en los mercados. Eso es un robo a mano armada.
Los bancos cobran comisiones altísimas, obligan a suscribir cláusulas leoninas y a los clientes no les queda más remedio que aceptar lo que les imponen sin que los bancos centrales hagan nada para evitarlo. Eso es un robo en cuadrilla.
Los especuladores manipulan los mercados y alteran el precio de de la deuda para exigir después a los gobiernos que apliquen nuevas políticas neoliberales. Eso es un robo con alevosía.
Las grandes empresas, de telefonía, de gas, de electricidad, petroleras… juegan con las empresas como mejor les conviene y cobran precios por encima de los de competencia. Eso es un robo a manos llenas.
Los ricos afirman que no hay dinero para financiar las pensiones públicas pero no dicen nada del dinero que se gasta el gobierno en apoyar los planes de pensiones privados para que así se nutran los fondos financieros especulativos. Eso es un robo cargado de mentira y de cinismo.
Los especuladores manipulan los precios de las materias primas alimentarías y su precio sube a las nubes provocando hambrunas y millones de muertes. Eso es, como dice Jean Ziegler, un crimen organizado contra la humanidad.
Ésta es simplemente una brevísima e incompleta relación de los crímenes financieros consentidos en nuestra época. Son los que producen que haya crisis financieras, económicas, alimentarías, ambientales… y los que hacen que el mundo sea un verdadero infierno para miles de millones de personas.’
El dibujo de arriba fue hecho hace poco por Aafke en las
“Llamadas” (carnaval) en Montevideo, en el barrio popular Palermo. Tanto las mujeres y hombres participando en las llamadas como el dibujo hecho por Aafke forman parte de las muchas cosas bellas de la vida,
¿no cierto?