Tres veces nueve
Llegué agotado en Francia. El día anterior había enviado desde mi casa en Ámsterdam más de 90 correos electrónicos. Muy temprano por la mañana había enviado otro 25, antes de buscar todo lo que tenía que llevar: sacos de dormir, carpa, mesa, asientos, bici, libros por petición de mi querida (legal, otra no tengo), camping gaz, matelas à gonfler (ni sé la palabra correcta en francés), y qué más...
Después de 900 kms y un desvío de 100 kms encontré a ella, sí, ella, mi compañera, en el antiguo molino donde había enseñado durante una semana a dibujar y contar historias. Fuimos al pueblo vecino y vimos la terraza. La propaganda era que tenían un menú de 10 euros, pero el hombre en la entrade del hotel explicaba que no tenía el menú de 10, sólo el de 13,50... Mi compañera se quejó irónicamente y mientras insistía en querer el menú de 10 euros yo la dije en francés mirando el otro menú: Pero mira, mi amor, qué menú más delicioso de 13,50 euros...
Dormimos en el hotel, 35 euros. La mañana siguiente, muy temprano, fui a caminar por un pueblo vacío donde ladraban los perros. Cuando volví los primeros huéspedes estaban tomando desayuno. Esperé hasta que vi pasar al hombre del menú y le dije en italiano que la lasagna de la noche anterior era buona. No me entendió porque no esperaba que le dijera algo en italiano.
Antes de salir él y yo tuvimos una conversación larga. Él era y siguió siendo siciliano, llevaba 22 años en Francia y antes de llegar a Francia había vivido en otros países europeos. Quiso vender el hotel y me pidió ayuda. Cuanto? 270.000 euros. Un bel numero, dije, tre volte nove. Mi guardava. Pregunté porqué buscaba mi ayuda y no del holandés especialista en ese tipo de cosas que tenía anunciado su hotel entre las muchas casas en venta. Me miró y me dijo: Con lei ho un rapporto...
Después de 900 kms y un desvío de 100 kms encontré a ella, sí, ella, mi compañera, en el antiguo molino donde había enseñado durante una semana a dibujar y contar historias. Fuimos al pueblo vecino y vimos la terraza. La propaganda era que tenían un menú de 10 euros, pero el hombre en la entrade del hotel explicaba que no tenía el menú de 10, sólo el de 13,50... Mi compañera se quejó irónicamente y mientras insistía en querer el menú de 10 euros yo la dije en francés mirando el otro menú: Pero mira, mi amor, qué menú más delicioso de 13,50 euros...
Dormimos en el hotel, 35 euros. La mañana siguiente, muy temprano, fui a caminar por un pueblo vacío donde ladraban los perros. Cuando volví los primeros huéspedes estaban tomando desayuno. Esperé hasta que vi pasar al hombre del menú y le dije en italiano que la lasagna de la noche anterior era buona. No me entendió porque no esperaba que le dijera algo en italiano.
Antes de salir él y yo tuvimos una conversación larga. Él era y siguió siendo siciliano, llevaba 22 años en Francia y antes de llegar a Francia había vivido en otros países europeos. Quiso vender el hotel y me pidió ayuda. Cuanto? 270.000 euros. Un bel numero, dije, tre volte nove. Mi guardava. Pregunté porqué buscaba mi ayuda y no del holandés especialista en ese tipo de cosas que tenía anunciado su hotel entre las muchas casas en venta. Me miró y me dijo: Con lei ho un rapporto...