El señor Jorna
El lunes fui con mi amigo Humberto, que vive temporalmente en los Estados Unidos, al centro de Amsterdam, al barrio donde él y yo hemos vivido. Íbamos a tomar desayuno en la cafetería "De Passant" (El Paseante) donde cada mañana viene a desayunar señor Jorna, un hombre siempre impecable en traje, un puro entre sus dedos, un verdadero caballero, que sigue vendiendo lápices a pesar de tener más de 80 años. Su tienda es su vida. En el coche Humberto y yo hablábamos sobre nuestra última visita al Paseante, hace un par de meses, y nuestra conversación con Sr. Jorna. Nos preguntábamos si él estuviera, como de costumbre, en la cafetería.
Llegábamos al lugar, "De Passant" estaba cerrada ("cerrada hoy, mañana abierta" decía un papel) y descubrimos que la ventana de la tienda al lado, de nuestro amigo Jorna, era tapada con papel de color gris amarillo. Iba a parar? Por qué? Temíamos que algo serio hubiera pasado...
Fuimos al tabacos de en frente donde la patrona nos contó que el señor Jorna había muerto en su tienda, en su asiento, durmiendo. Había pasado por la tarde, hace un par de semanas.
Humberto ya está de vuelta en su casa en los Estados Unidos y me mandó un par de fotos que el había sacado del señor Jorna el año pasado, en su tienda.
Cuando yo vivía todavía cerca de la tienda del señor Jorna, iba muy a menudo a visitarle para que él me sacara fotocopias en su grande máquina fotocopiadora. Siempre charlábamos sobre algo de la vida. Señor Jorna tenía una sonrisa irónica, suave. Me da pena su ausencia.
Llegábamos al lugar, "De Passant" estaba cerrada ("cerrada hoy, mañana abierta" decía un papel) y descubrimos que la ventana de la tienda al lado, de nuestro amigo Jorna, era tapada con papel de color gris amarillo. Iba a parar? Por qué? Temíamos que algo serio hubiera pasado...
Fuimos al tabacos de en frente donde la patrona nos contó que el señor Jorna había muerto en su tienda, en su asiento, durmiendo. Había pasado por la tarde, hace un par de semanas.
Humberto ya está de vuelta en su casa en los Estados Unidos y me mandó un par de fotos que el había sacado del señor Jorna el año pasado, en su tienda.
Cuando yo vivía todavía cerca de la tienda del señor Jorna, iba muy a menudo a visitarle para que él me sacara fotocopias en su grande máquina fotocopiadora. Siempre charlábamos sobre algo de la vida. Señor Jorna tenía una sonrisa irónica, suave. Me da pena su ausencia.