Dos
o tres veces en la semana voy a mi tía Ellen. Ella tiene seis años
menos que mi madre. Mi madre era la mayor de ocho hijos y mi tía es la
cuarta, igual que yo, pero en mi familia somos cinco hijos.
Mi
tía está temporalmente en una casa para ancianos con problemas físicos o
mentales. De día queda en su cuarto (habitación) y en la tarde va a la
sala para cenar. Cuando "camina" a través de la sala en su silla de
ruedas y se dirige hacia un grupito de hombres con la cabeza caída sobre
sus rodillas, para animarlos, pasa por delante de un grupo de mujeres
habladoras dirigidas por una ex vendedora de pescado con voz viva y
fuerte quien le grita: "Veo que otra vez no has dormido mucho, tienes
cara de dormilona!"
Ayer mi tía me contó como había logrado
entrar en una conversación interesante con la vendedora de pescado.
Habían charlado dos horas sobre el pueblo de donde venía ella, la
vendedora, Katwijk, y el pueblo de donde viene mi tía, Noordwijk. Ambos
pueblos son o eran pueblos pesqueros. (Mi madre siempre extrañaba al
mar.)
Mi mujer dice que tengo que grabar lo que me cuenta mi tía y
yo dije que, después de haber dado voz a los economistas del foro que
dirijo durante ya más de 21 años, y a los filósofos, políticos,
sociólogos y otros expertos (en entrevistas y seminarios dirigidos por
mí) durante los 15 años anteriores (como periodista y colaborador de
varias organizaciones), prefiero ahora usar mi propia voz.
"Prefiero filtrar lo que escucho por mi voz interno," dije.
"Pero lo vas o olvidar," dijo ella, "son historias tan preciosas!"
Mi tía tiene 84 años y va a cumplir 85 en dos días más, o sea después mañana.