
Hace
poco una amiga bloguera me pidió de escribir un post sobre una perra
muy querida en nuestra familia (la de mi madre y sus hijos) que se murió
inesperadamente, de jovencita, cuando estábamos de vacaciones. En la
carta a mi amiga escribí: "Tuvimos una perra muy simpática, muy buena en
jugar con niños pequeños, una
boxeadora (?), que dimos el nombre de Fiesta (así se llamaba, no se
trata de una
traducción de la palabra feest=fiesta). Cuando estuvimos de vacaciones
al Lago
Maggiore, las primeras vacaciones juntas, con un tío y tres tías y más
chicos,
después de la muerte de nuestro padre, se murió Fiesta. Para mi hermana
menor,
Barbara, era su primer gran dolor, porque ella no había entendido muy
bien la
muerte de nuestro padre. Entonces, mientras nosotros sufrimos por la
muerte
de papá, ella sufrió por la muerte de Fiesta."
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