La primera carta...
Querida María,
Después de haber leído algunas páginas en "Le petit prince" me
surgió una idea: voy a contarte algo de mi vida, a partir de mis memorias más
lejanas (aunque estas son a veces las más cercanas) hasta el momento actual. Al
mismo tiempo pensé: va a ser difícil contártelo por escrito, sería mucho más fácil
contártelo por la boca en vez de la "pluma". También pensé: es lindo
como idea (proyecto), pero seguramente va a ser frustrante porque en vez de ser
una experiencia directa, va a salir en pedazos que nunca logran reflejar lo
vivido. Sin embargo, voy a hacer un intento en otra carta.
Estoy aquí en mi oficina y voy a escribirte una carta para tu cumpleaños. Sería
más lindo escribir una carta con lápiz, pero esta computadora ya me ha
facilitado mucho el escribir dado de que me permite dejar correr mi pensamiento
y ponerlo inmediatamente por escrito en vez de reflexionar largamente sobre qué
es lo que quiero decir y después no decir nada porque no me gusta lo que he
pensado. Si no estoy contento con lo que acabo a escribir, lo borro simplemente
apretando algunos botones.
Te deseo mucha felicidad en este día de tu cumpleaños y en todos los días
que sigan. Sabes, cuando yo te pregunté por la fecha de tu cumpleaños me dije: tendría
que saberlo porque me acuerdo de tantas cosas que tienen que ver contigo. Por
ejemplo, nunca he olvidado la dirección de la casa de tus padres en Mendoza, que
antes era también tu casa cuando volviste de mi pueblo a Argentina.
Cuando fue exactamente tu salida de Holanda? En el verano de 1963? Sabes,
para mí fue muy dramática tu salida. El día anterior me hice una herida en mi
mano rozándome por un muro (posiblemente no me expreso bien, porque esto nunca
lo he contado en castellano -- ni en holandés -- y no estoy seguro si uso las
palabras justas) y en el momento de la despedida, cuando el auto con toda tu
familia se arrancó y empezó a largarse lentamente, tenía el impulso de tomar el
parachoques de atrás y dejarme arrastrar por la calle. No lo hice, felizmente
-- hubiera sido un gesto demasiado dramático.
Pero así fui yo, en ese entonces: un joven muy emocional, muy dramático,
muy 15 años. Ahora, escribiendo esto espontáneamente, debo pensar en mi hijo
Jannis que tiene 11 años. Ayer en la cena se puso a llorar, o mejor dicho,
estuvo con lágrimas en sus ojos durante toda la cena, porque le daba pena que
ese mismo día en la hora del almuerzo había dado una carta para el nuevo año a
la mujer donde él y más niños de su escuela van (en vez de volver a la casa).
Como Aafke había hecho la carta de una manera muy rápida (ella había sacado una
fotocopia de un dibujo de ella y escrito un par de palabras con una letra rápida),
Jannis sintió que esta carta no fue hecha con la debida atención. Era
inconsolable, se puso muy triste, por fin habló también de su conejillo que casi
no podía moverse en su casita porque esta era demasiado chica...
Como te dije, prefiero que me escribes de una forma no coherente si esto te
sale más fácilmente (como a mi) y, si puedas, también prefiero que hagas el mínimo
de autocensura.
El día siguiente a tu llamada del nuevo año, la primera cosa que hice cuando
me desperté, era ver si el libro "Le petit prince" (Principito) se
encontraba en nuestra biblioteca. Estaba. Me puse a leerlo y así entendí porque
me hablaste de este libro. Es precioso y da mucho para pensar. Comprendo porque
tú vuelves a leerlo muy a menudo.
A los 13 años... |
Me he puesto bastante serio, veo, tal vez a causa del escribir en vez de
hablar. Nadie me para sino yo mismo, y ni eso pasa porque sigo escribiendo.
Temo que esta primera carta después de tantos años de silencio suena demasiado
personal, emocional... que incluso esto te moleste. Por eso quiero enfatizar
que ahora, con mis 50 años, aunque sigo siendo bastante emocional y romántico,
ya no soy como a los 15 años. Mis emociones apenas han cambiado, pero sí mi
manera de vivir con ellas.
Quiero terminar esta carta deseándoles a ti y toda tu familia lo mejor para
1999. Dentro de poco les voy a mandar unas fotos de mi familia y espero que tú
hagas lo mismo.
PD: Pensaba que había botado la correspondencia, pero no es cierto. Encontré la primera carta y hay más cartas.
4 Comments:
Cuanta ternura. Un beso
Don Quijote, como sabes, enloqueció después de haber leído libros de caballerías e intentar emularlos, y tenía más de cincuenta años. Lo escribes muy bien, se te entiende todo, aunque no lo quieras.
Un abrazo
Te imagino a los quince años, bueno, he visto la foto tuya, y la de ella también. Era muy guapa, y tú seguramente muy curioso y, como ahora, te interesaba... todo, prácticamente.
Un abrazo
Esa curiosidad siempre la he tenido, en varios ámbitos. Los catorce/quince años es una edad en que hay cambios grandes, aunque no recuerdo que lo sentara así en aquel tiempo.
Un abrazo
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