Saturday, July 11, 2009

Nuestra casa

"Nuestra casa" llamaban a las barracas en el bosque.
No había visto su construcción, ni la llegada
de los hombres, jóvenes algunos, viejos otros.
Los veía en grupos, siempre en grupos, conversando,
platicando, pero esa palabra todavía no conocía.

Mi español era muy rudimentario, casi inexistente,
sólo sabía un poco latín y con el latín trataba
de conversar, preguntar, decir cosas,
sin inclinar,
buscando, tratando, comunicando.

Y los hombres se reían o eran simpáticos
o se preguntaban: qué quiere ese chico, qué busca?
Pero dudo si se hicieron ese tipo de preguntas
estaban comunicando conmigo
o eso es lo que creo ahora
y en aquel entonces,
teniendo sólo 12 años.

"Nuestra casa" decían las letras,
no me acuerdo su color, blanco era?
No importa, importa que sabía
que significaba "ons huis"
"our home", "nôtre maison".

Eran españoles e italianos
"gastarbeiders" los llamaron,
trabajadores u obreros de visita,
aunque la traducción literal de "gast"
es "huésped".

Hospedad, hostal, hôtel, hospitalaria,
latín, español, italiano, francés,
capaz que algunos hablaron catalán
u occitano, vasco, napolitano,
qué importa el idioma,
era "nuestra casa".

Y yo, de chico de 12 crecía a
chico de 16, 17, y viajaba a Rosas
y Cadaqués y después
a otros lugares en el sur
siempre el sur, sur, sur.

Ya había mudado de casa
a los 3, a los casi 8, a los 19
y llegando a los 26 me tocó otra vez
mudar de casa, de mi casa, nuestra casa.

Lloré esa mañana solito
sentado en el banco
hecho por mí de una puerta
de la casa que tanto amaba.

No había remedio
porque mi compañera había encontrado
trabajo en Ámsterdam, un trabajo
de sueño, redactora para literatura
cultura, países hispanohablantes
y yo, qué hacer, la seguía.

Ahora mi hermano canadiense está abandonando
su casa, lentamente.
Me manda fotos
del perro delante de la casa,
de los árboles alrededor de la casa,
de su cama improvisada en la casa.

Su casa es casi vacía,
igual que la mía en aquel día
cuando tenía 26
y no había remedio.

Pienso en los italianos españoles griegos
turcos marroquíes yugoslavos hermanos
que salieron de sus casas natales
para trabajar de visita
una visita que duraba
más años que pensaban.

Y pienso en los que tenían que abandonar sus casas
por otros motivos que el buscar dinero y nuevas vidas.
Pienso en las viudas, los viudos, los huérfanos
ay, tanto sufrimiento!

Da pena
abandonar su casa.

4 Comments:

Blogger Olvido said...

Giovanni me ha gustado mucho este texto, se mota en él cierta ‘tristeza’ aceptada, como siempre, no sé si el lenguaje tiene algo que ver con la naturalidad de las letras, pero me gusta mucho ese transcurrir de pensamiento sin querer llegar a nada, ese preguntarse que no desquicia, que da calma. Para mí la casa es demasiado importante, demasiado, tendría que dejar de serlo. No debe uno atarse a nada porque luego desaparece. Me gusta que la gente que ha cambiado mucho de vida y de lugar me lo cuente.
Con respecto a las letras de tu hermano creo que la familia no lo es por sangre o no debería serlo sino por la cercanía de emociones y afectos.
Buen día y un abrazo

12:34 AM  
Blogger Isabel Mercadé said...

Hermoso ¿poema? (siempre recordaré que un día me dijiste que no te gustaba la poesía) que discurre serenamente hacia ese final que siempre espera...
Un abrazo fuerte, Giovanni.

2:12 AM  
Blogger giovanni said...

Olvido: no diría que uno no debe atarse a nada porque luego desaparece. Diría que hay que saber qué hacer cuando algo o alguien desaparece.

6:59 AM  
Blogger giovanni said...

Bel: poesía no escribo, pero ciertas cosas digo más fácilmente en forma de poema o lo que sea.

7:00 AM  

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