Encuentro con Gaspar Borchardt
Como él no me miraba, yo tampoco le miraba. Hablé en voz baja para no disturbarle en su trabajo de aplicar la primera capa de barniz al violín recién construido. Después de un arranque en inglés primero (entrando en la tienda de su taller), italiano después (entrando en su taller), elegí el alemán para empezar una conversación. Me habló de matemática y música, inspirado por algo que yo le dije, y después de recomendarme de leer el libro "Traité de lûthérie" y "Die Jüden von Toledo" de Lion Feuchtwanger, entrábamos en una conversación de que ahora me acuerdo sobre todo el entendimiento mutuo a pesar de, o gracias al, lenguaje un poco abstracto usado tanto por él como por mí. Una semejanza de ánimos?
Después de un rato entró una señora en la tienda y antes de que ella abriera las cortinas para juntarse con nosotros en el taller él avisó que había alguien visitándoles. Pensaba que era su asistente italiana, por su pelo, su cara y algo más que radiaba, y hablé con ella en italiano, pero era su mujer: Sibylle Fehr-Borchardt, también de habla alemán. Él siguió barnizando, ahora la parte extrema del cuello (se dice eso de un violín?) donde entran las llaves para fijar las cuerdas y afinar el violín y ahora me miraba de vez en cuando.
Cuando salí de su taller, que también es el taller de su mujer, me miró intensamente. Me siguió hasta la entrada del taller y, separando las cortinas, me dio una sonrisa grande. Se quedó así en esa posición de gentileza, simpatía o lo que sea, hasta que yo había cerrado la puerta de la tienda.
Él se llama Gaspar Borchardt. Según información que acabo de encontrar en internet, nació en 1961 en Alemania, llegó en Cremona en 1984 para seguir la Escuela Internacional de Construcción de Violines, aprendió la mayor parte del oficio del constructor de violines Alessandro Crillovi, y trabaja a partir de 1990 con su mujer en un taller que mira hacia la Piazza Duomo, la misma piazza donde se encuentra el torre alto al que subió mi compañera para hacer el dibujo del post anterior.
Después de un rato entró una señora en la tienda y antes de que ella abriera las cortinas para juntarse con nosotros en el taller él avisó que había alguien visitándoles. Pensaba que era su asistente italiana, por su pelo, su cara y algo más que radiaba, y hablé con ella en italiano, pero era su mujer: Sibylle Fehr-Borchardt, también de habla alemán. Él siguió barnizando, ahora la parte extrema del cuello (se dice eso de un violín?) donde entran las llaves para fijar las cuerdas y afinar el violín y ahora me miraba de vez en cuando.
Cuando salí de su taller, que también es el taller de su mujer, me miró intensamente. Me siguió hasta la entrada del taller y, separando las cortinas, me dio una sonrisa grande. Se quedó así en esa posición de gentileza, simpatía o lo que sea, hasta que yo había cerrado la puerta de la tienda.
Él se llama Gaspar Borchardt. Según información que acabo de encontrar en internet, nació en 1961 en Alemania, llegó en Cremona en 1984 para seguir la Escuela Internacional de Construcción de Violines, aprendió la mayor parte del oficio del constructor de violines Alessandro Crillovi, y trabaja a partir de 1990 con su mujer en un taller que mira hacia la Piazza Duomo, la misma piazza donde se encuentra el torre alto al que subió mi compañera para hacer el dibujo del post anterior.
9 Comments:
Hola, Giovanni. Me ha gustado tu entrada, y me ha recordado que el primer piano que tuve, de segunda mano, alemán, allá por el año 1968 lo pude ver totalmente desmontado, desparramado por el suelo, días antes de comprarlo. Realmente lo compró mi padre. Años más tarde compré yo otro, nuevo, que es el que habitualmente uso. Todavía tengo el primero y, de vez en cuando, a pesar de que está muy desafinado, es muy duro de pulsación, el pedal no va muy bien y varias cosas más que tiene mal, toco un buen rato. Forma parte de mi memoria y es uno de los objetos al que tengo más cariño.
Tu entrada, aunque habla más del luthier que del violín, me lo ha recordado.
Un abrazo
siempre es un placer llegar hasta aquí, y leerte.
mil besos,Giovanni*
José Luis, es una linda historia sobre tu primer piano. En casa (de mi madre, de mi juventud) teníamos un piano, mi madre tocaba música clásica, mis hermanas mayor y menor también, mientras que la otra hermana (la francesa) tocaba guitarra. El padre de mi padre era músico (profesional) y daba clases de piano, violín y trompeta. Desgraciadamente murió antes de que naciera, pero el piano siempre estaba en la casa de mi abuela y su hijo (el hermano de mi padre) tocaba piano. Así, "el piano" forma parte de mi vida. Pero no tengo esa experiencia tuya: ver a un piano desmontado, desparramado por el suelo... Pero sí me acuerdo vivamente los momentos cuando vino el "pianostemmer" o sea el hombre que venía de vez en cuando para afinar el piano. Me fascinó su abrir del piano, el ver del interior del instrumento, los mecanismos, las cuerdas gruesas, los materiales que se usan para hacer sonar y para tapar un poco el tono, etcetera.
Un abrazo
Rayuela, me alegro que te sigue gustando y sabes que me pasa lo mismo visitándote en ese país lejano que me es tan cercano.
baci mille
Yo también he disfrutado leyéndoos a José Luis y a ti. Son historias bonitas.
Besos a los tres
También me gusta hablar con las personas cuando viajo y veo algo que me interesa.
¿ Preguntaste el tipo de madera que se una para fabricarlos?
Puede que J. L también lo sepa.
Gracias
Qué interesante lo que cuentas, giovanni.
Un abrazo
Luna, para la tapa superior se usa "sparrenhout" (madera de pino o, para ser más preciso, del fijnspar, o sea madera de pino con una 'nerva', nerf en holandés, muy fina) y para la caja se usa "esdoornhout" (otra palabra para esdoorn es 'ahorn' pero no sé lo que es en castellano), igual que la madera utilizada en una de mis primeras guitarras (no una Ramírez sino una Nico van der Waals). Había un tiempo en que pensaba, consideraba, construir una guitarra, pero igual que mi sueño de comprar una motocicleta, nunca lo hice.
Un beso
Nunca es tarde, nunca es tarde para nada, mientras éstemos por aquí.
Besos y gracias.
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