Libros para niños
De chico me gustó leer libros y mirar las ilustraciones de los libros. Siendo padre me gustó leer los mismos libros y otros – hay tantos libros buenos para niños – en voz alta a mis hijos. Seguía con esta costumbre, esa tradición familial, hasta que mis hijos tenían unos catorce o quince años.
Antes de dormir nos acostábamos sobre (¿en?) la cama grande, yo en el medio, mi hija a un lado y mi hijo al otro. Mi hija siempre trajo su cobertura y la puso cuidadosamente sobre mí y ella. “¿Está bien así?” A mi hijo no le gustó cubrirse. A veces yo era tan cansado que me adormecí antes de mi hija. Entonces mi hijo se hizo cargo de mi papel para que su hermana (él es dos años menor) podía adormecerse también.
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