El solitario buffet de Casamozza
Durante años no
había llegado ningún turista a la estación de Casamozza. Sin embargo el hombre
del buffet preparaba todas las mañanas el buffet por si acaso llegara un
turista...
Y ese día entró
una pareja extraña.
El hombre, en
gabardina blanca y una pequeña maleta de un cuero precisos en la mano, no dijo
nada, y la mujer, con una mirada llena de esperanzas, pronunciaba palabras que
eran completamente incomprensibles. Sin embargo ella le preguntaba algo. El
hombre del buffet, con bigote gris y una chaqueta blanca, quedó pensando.
Trataba de captar los sonidos que la señora producía. No era ca-fé, porque esas
sílabas se reconocen en cualquier idioma. Era otra cosa que pedía, pero ¿qué?
La pareja extraña
le daba susto al hombre del buffet. Había pensado un momento que eran irreales,
el producto de su fantasía, pero de repente tuvo la sensación de que él mismo
era un fantasma, que él había muerto ya hace muchos años y que la mujer con la
sonrisa llena de expectativas parecía a su hija muerta a los diez y siete años.
¿Hablaba la señora a otra persona, invisible para él?
'Perdón, señora,'
le pidió a la mujer en tono de cortesía y timidez, '¿de dónde viene usted?'
'No lo recuerdo,'
contestó ella. 'He atravesado tantos túneles,' añadió, quitándose con alivio el
sombrerito de lana.
Recién ahora el
hombre del buffet veía que el sombrerito de la dama era fuera de moda, era de
la moda de hace treinta años. Conocía el modelo de la revista que él hojeaba
cada día y que una señora había olvidado en su pequeño reinado, el buffet
"de la gare", cuando un hombre elegante se había dirigido hacia ella,
un hombre que ella saludaba con una leve sonrisa. El hombre del buffet era tan
fascinado por el encuentro un poco misterioso de la señora con el caballero
elegante que sólo después, cuando la carroza ya se había alejado, había notado
la revista abandonada en la mesa. ¿Cómo era posible que ahora entendiera
perfectamente lo que le había dicho la señora? Hablaba su idioma ¿o fuera que
él de repente se acordaba de las palabras que su mamá le había enseñado cuando
era un niño?
‘Los túneles
cansan,’ dijo el hombre con la maletita de cuero precioso en la mano. ‘Hemos
viajado demasiado horas para poder llegar a Casamozza, pero no había remedio.
El país de dónde venimos queda muy lejos. Está al otro lado de las montañas,
más allá de los lagos que susurran de noche cuando la luna está llena… ¿Usted
ha oído hablar del país de donde venimos? ¿En su juventud?’
'Pero ¿Usted no
viene de Sicilia?' le preguntó el hombre del buffet que se acordaba de la
película El Gatopardo donde había un hombre elegante que parecía al señor de la
maletita preciosa.
'No señor, no
venimos de Sicilia,' le contestó amablemente. 'Aunque esa isla me es muy grata.
Tengo el honor y el agrado de tener amigos en la isla que ha tanto sufrido y
disfrutado de invasiones extranjeras. ¿Usted también conoce la gran Sicilia?’
'Solo de una
película,’ le dijo el hombre del buffet entusiasmándose, porque en Casamozza
nadie había visto la película y sería por primera vez que pudiera hablar con
alguien sobre ella.
De tal modo que
empezó a tararear un vals con entusiasmo. No me gusta esa película, dijo ella.
Y sonrió tristemente, pues de pronto había recordado la noche del baile.
No, señor, no
conozco Sicilia, nunca he salido de aquí.
Aquí están mis raíces
y mis recuerdos y la poca familia que me queda.
No soy torpe y he
leído mucho, dijo mirando insistente a la señora, sus ojos le recordaban a
aquella muchachita de un baile en tiempos muy lejanos, de un vals concretamente...
Pero mirando
atentamente la marca del sombrerito de lana puesto sobre la mesa el hombre del
buffet se dio cuenta que no podía ser ella. ‘Por qué no le gustó la película El
Gatopardo?’ preguntó.
Hace calor aquí.
Y huele muy bien, respondió ella. El hombre del buffet dudó un instante, justo
el tiempo en que su mirada se cruzó con la del otro hombre, y comprendió la
súplica y la advertencia.
Es sopa de
cebolla, dijo, ¿Le apetece?
'Me gusta la sopa
de cebolla solo si tiene croûtons...'
'Ah, es Usted una
señora fina…'
'Tan fina no
soy,' dijo ella un poco molesta.
El hombre de la
maletita preciosa se reía.
Cuento comenzado en la entrada "El buffet de Casamozza", del 22 de mayo 2008 y ampliado en los comentarios, con el aporte de Bernardo, Bel y Luna.
En esa vieja entrada cité de internet: "La gare d'origine de Casamozza a été détruite lors de la 2e guerre mondiale. Le bâtiment actuel date des années cinquante. Cette gare comportait un buffet."
Y seguí: "Si escribiese (?) un cuento sobre una pareja joven llegando en tren a la estación de Casamozza, empezaría con una escena en el buffet. "Cette gare comportait un buffet." Podría empezar así: Durante años no había llegado ningún turista a la estación de Casamozza..."
Aafke en la estación Casamozza |
En esa vieja entrada cité de internet: "La gare d'origine de Casamozza a été détruite lors de la 2e guerre mondiale. Le bâtiment actuel date des années cinquante. Cette gare comportait un buffet."
Y seguí: "Si escribiese (?) un cuento sobre una pareja joven llegando en tren a la estación de Casamozza, empezaría con una escena en el buffet. "Cette gare comportait un buffet." Podría empezar así: Durante años no había llegado ningún turista a la estación de Casamozza..."
2 Comments:
Me ha gustado mucho, Giovanni. Hay algo de irrealidad en el cuento, o historia. Estaciones abandonadas las hay también aquí, y una de las más interesantes es la de Canfranc. Te dejo un enlace por si acaso te aburres, cosa que no creo te sudeda.
Un abrazo
http://www.jaca.com/estacion-canfranc.php
José Luis, ese tono liviano de irrealidad es lo que más me gusta en este cuento compuesto con la ayuda de varios lectores. Estaciones abandonadas invitan a ese aspecto irreal. Tus fotos tambiéb, a veces.
Un abrazo
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