Un cabro serio
En 1969 nos mudábamos de la ciudad a una casa en el campo, rodeada por pasto, vacas, maleza, pájaros, nubes cazadas por el viento que casi siempre soplaba del oeste y por eso los árboles al lado de los caminos siempre estaban inclinados hacia el este.
En el invierno colgábamos una cortina gruesa delante de la puerta de entrada para que el viento soplara menos fuerte a través de la casa. Yo buscaba el petróleo del tanque fuera, hacía arder la estufa, leíamos, estudiábamos.
Hace poco mi compañera encontró este dibujo, de su amiga que estaba de visita, mientras que yo seguía a estudiar. Yo era un chico (cabro) muy serio...
La mesa la hice yo. Siempre está. Ha asistido a muchas pláticas y dado sostén (soportado) muchos codos.
En el invierno colgábamos una cortina gruesa delante de la puerta de entrada para que el viento soplara menos fuerte a través de la casa. Yo buscaba el petróleo del tanque fuera, hacía arder la estufa, leíamos, estudiábamos.
Hace poco mi compañera encontró este dibujo, de su amiga que estaba de visita, mientras que yo seguía a estudiar. Yo era un chico (cabro) muy serio...
La mesa la hice yo. Siempre está. Ha asistido a muchas pláticas y dado sostén (soportado) muchos codos.
3 Comments:
Tal como lo cuentas, Giovanni, da mucha envidia. Parece una situación idílica.
Besos.
Las cosas hechas con nuestras manos guardan la textura de nuestros gestos
la madera es tan cálida que seguro ha guardado todos vuestros recuerdos
Un beso
Bel, no lo escribí para crear envidia...
Olvido, hasta los recuerdos más violentos... (te lo enseñaré un día)
Besos
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