Monday, January 20, 2025

Un solo tono

Las dos primeras semanas del nuevo año estuve en la isla de Madeira. Mi compañera y yo nos alojamos en un hotel con apartamentos y vistas al mar. Desde nuestro apartamento el mar parecía cerca, pero para llegar al mar tuvimos que caminar por calles estrechas con fuertes pendientes, bajar unas escaleras y tomar un teleférico.

Me gustó este camino hacia el mar. También me gustó el desayuno, o mejor dicho el ambiente en el comedor y la presencia de una señora muy enérgica, Nelia, que limpiaba las mesas de los visitantes salidos tan rápido que empezó a sudar como yo cuando hago trabajo físico: rápidamente las gotas empiezan a fluir en mi cara y mi espalda.

Una mañana, antes de que se abriera la puerta del restaurante, yo estaba de pie con mi guitarra en la mano, prestada por el dueño de la pizzería Carbonara donde solíamos comer (esa es otra historia), Nelia se me acercó y me preguntó en broma si yo le iba a tocar una serenata.

“Con mucho gusto”, dije y comencé a improvisar.

Lo que más me llamó la atención y me alegró fue el momento en el que toqué una nota típica del flamenco (un solo tono) y pude ver en su cara que le gustaba ese tono.

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